viernes, 24 de septiembre de 2010

Carne

Miré fijo a mi mujer.
Conozco muy bien mi barba, dije; y le di el primer golpe.
La primera vez la sangre se siente amarga, los sentimientos se atrincheran en las tripas y uno tiende a sentirse mal. Con el tiempo eso cesa, y comienza a sentirse mejor.
Ese pelo de barba que había en la almohada no era mío.
Le di otro golpe. ¡No mientas, mujer! No mientas, dije en voz alta.
Y es que el golpe solo no hubiera significado nada en ella. Se hubiera sentido solo destinataria. Al decirle que no me mienta, sabe que es culpable; lo sabe porque yo lo se y se lo estoy haciendo notar.
La agarro del pelo de la nuca, levantándole la cara, como si fuera a besarla apasionadamente, pero no. ¡Otro golpe!
¿Quién es el hijo de puta, decime, perra? Dale, decime antes de que te surta de nuevo, puta de mierda.
Nada. No emitía comentario alguno. Lloraba y se tocaba la cara, con la mirada perdida, como repasando en su cabeza escenas que había vivido.
¡Contestame, basura, antes de que te de otro bife!
¿Te coge bien el gil ese? ¿Eh? Dale puta de mierda, decime.
Ella levanto la cara, su mirada volvió a la realidad.
Me miró.
Realmente la había arruinado, pero ella sabía que lo merecía.
¿Que mierda estas mirando? Mira lo que me haces hacerte. Todo esto es culpa tuya.
La mujer sentada a los pies de la cama. El tipo parado, mirándola fijo.
El se aleja, piensa un rato, se toma la cabeza, no logra entender algo. Esta de espaldas a ella.
Gira y se acerca rápidamente, la besa pidiendo perdón.
No se que me pasó, te juro que esto no se repite. Tengo mucho quilombo en el laburo, y llego acá, veo ese pelo en la almohada y se me fue la mano nena.
Ella lloraba y seguía sin decirme nada, empecé a sentir el ardor por dentro nuevamente.
Mi amor, vos entendes porque me puse así, ¿no?
Yo me voy a trabajar y veo y encuentro esto, también es culpa tuya.
La mujer rompió en gritos, el hombre solo miraba perplejo.
La única que vino hoy es Liliana, imbecil! Y vos me decís que estuve cogiendo con otro. ¡Sos boludo vos! ¡No se que mierda te pasa!
El hombre da un paso corto para atrás, retrasa el hombro derecho, aprieta la mano hasta que los nudillos crujen.
Ella grita, no se percata de la situación.
Ahí va. Una derecha como para romper puertas le vino a aterrizar en medio de la cara.
Los huesos de la nariz crujieron entre sus nudillos, cierra los ojos y su cabeza se va hacia atrás, mientras su pelo hacia delante.
El silencio reinó nuevamente. De su cara brotaba sangre, mucha sangre que de a poco iba manchando las sabanas, las almohadas, las colchas.
Su mirada, la de ella, estaba más perdida que antes, más inmóvil; tocia pobremente, hasta que dejo de hacerlo. Parpadeaba lentamente, hasta que dejo de hacerlo. Respiraba lentamente, hasta que dejo de hacerlo.
La velaron en esa misma habitación, en esa misma cama.
Al entierro fueron 4 personas. Su madre, su padre, su amiga Liliana y su homicida.
A ver Cacho, me dijo Liliana, teneme el perro así me despido por última vez.
El perro, el boby, era una mugre sin destino que había encontrado en la calle, la criatura más dañina que conocí en mi vida.
Liliana se despidió por última vez y volvió y se llevo al boby. Todos nos despedimos por última vez, bajaron el cajón y nos fuimos.
Cuando llegue a casa, a la casa donde le pegue por primera y ultima vez; me saque la campera y la vi. Llena de pelos de esos que parecían barba de hombre en el brazo en que había apoyado al boby.