miércoles, 7 de octubre de 2009

Hijo de Puta

En mi favor puedo decir que ella me miraba con esa mirada penetrante, seductora. Yo se que me deseba, sus ojos me lo decían mientras yo paseaba. Supongo que eso fue lo que me decidió a no ir al trabajo, y saciar el deseo de la chica.
Yo caminaba lento, siempre caminaba un rato antes de subir a la bicicleta, para calentar las piernas.
Era bastante tímida, al acercarme se alejaba, sin sacarme la mirada de encima, volteando la cabeza.
Yo pensaba en mis adentros, por fin se me da una oportunidad de estas.
Así que la seguí, suponiendo que de algún modo, me invitaba a tener sexo. Decidí abordarla en un descampado, ya estábamos alejados de toda la gente, y ahí se le quitaría la vergüenza. Supuse mal, ella negaba sus deseos, pero mantenía esa mirada, así que comenzamos.
Solté mi bicicleta y la tome por los hombros, ella seguía resistiéndose, pero tarde o temprano cedería al placer.
Mientras la sostenía con una mano, con la otra le quitaba la ropa.
Seguía resistiéndose, yo se que a las mujeres eso les gusta. Le quite el buzo y la remera, tenia unas tetitas simpáticas, y mucha fuerza en los brazos. Para cuando nos fuimos al suelo, ella movía piernas y brazos con gran entusiasmo, continuando con su papel de desencantada por la situación, por momentos lloraba y suplicaba, sé que estaba dramatizando, lo veía en sus gestos. Gozaba por dentro, pero no exteriorizaba su sentir.
Metí la mano en su ropa interior y comencé a estimularla. No era la cita de mis sueños, pero tampoco estaba mal, para un miércoles a la mañana.
Conversamos muy poco, ya que ella, desde que mi mano llego a ese lugar, fijo su mirada en el cielo, y quedo muda, con los ojos aun húmedos por las lágrimas y ya no necesite de mi fuerza para controlarla. Tuvimos un poco de sexo, como la gente común, nada de cosas raras, ella seguía con la mirada perdida y las lagrimas, no me demostraba nada de lo sentía, era fría como un témpano, yo en cambio todo lo contrario; frotaba mis manos por su cuerpo, le decía groserías y gemía de placer, pero ella continuaba inmutable.
Como seguía con su jueguito, termine por levantarme, subirme los pantalones e irme. A pesar de todos su juegos de seducción, las miradas lascivas y todo lo que rodeo la situación, se quedo allí, tomándose la entrepierna conteniendo la emoción, supongo.
No puedo creer lo que son las mujeres de hoy en día.
Sabes que edad tenía? Pregunto el tipo que pago por mi cerveza
No, supongo que la suficiente, jajaja; respondí.
El tipo me miro fijo, metió su mano en un bolsillo o algo así, por debajo de la mesa, y tardo un rato en responder.
Los tipos de la mesa del lado se levantaron y se pararon en la puerta de ingreso. Algo olía mal.
Mi compañero de mesa tiro unas esposas arriba de la mesa y sin quitarme los ojos de la cara dijo: La nena tenía once años, te vamos a hacer el favor de meterte preso antes de que el barrio se entere, hijo de puta.