Llegue a casa a eso de las 12 de la noche. Tenía muy feo olor, así que decidí bañarme antes de acostarme, pero a la vez, me estaba haciendo caca encima. No aguantaba más. Ni siquiera cerré la puerta con llave, tal era el apuro que llevaba.
Una vez terminado el trámite en el gran asiento blanco, fui a por la ducha.
Todo transcurría normal, hasta que el maldito shampoo se coló en mi ojo de lleno. No podía ver nada, y me movía con movimientos de momia por toda la bañadera. Ardor, sentía que me quemaba, insultaba y maldecía hasta que la horrenda sensación paso. Al volver al chorro de agua, y cada vez con menos sentido del humor, note que el agua empezaba a salir cada vez mas fría, hasta llegar a la temperatura ambiente. Ambiente de invierno.
Corrí la cortina, e iracundo, fui hasta la cocina. Desnudo, indignado y mojando todo el recorrido, la indignación me llevaba.
Al llegar, no había en la pared más que telarañas y mugre. Algún malparido se había apropiado de mi calefón, y es que estos hijos de puta ya ni siquiera esperan a que termines de darte el baño, lo roban encendido, andando. No podía creerlo, estaba atónito ante la ausencia del integrante de mi línea blanca. Al salir de mi atonicidad, un chiflete que logro pasar por debajo de la puerta, hizo que mis testículos lograran el tamaño de una nuez, de las pequeñas. Corrí hacia el baño, en busca de la toalla, que, otra vez, para mi sorpresa, no estaba. Me habían robado el calefón, la toalla y el maldito shampoo. Inaudito.
Hurgue por toda la casa, pero no había nadie. Esto era inaudito.
Así fue, que esa noche, me vi forzado a irme a dormir mojado, con un ojo rojo y despojado de mis bienes de baño.
