martes, 19 de mayo de 2009

GRRHC Vol.I

VOLUMEN I
Creación y Manifiesto del Grupo Revolucionario de Reivindicación Histórico Cultural.


Éramos tres estudiantes los que iniciamos la conversación, en un sucio bodegón de la peatonal cordobesa, entre cervezas y empanadas, sobre la decadencia de la cultura de nuestros tiempos, la carencia de líderes y lo patético del ciudadano medio. Cuanto mas nos adentrábamos en la charla, Mauro, el que hasta ahora siempre había sido el compañero callado, mas aguerrido se ponía.
Avanzada la noche, las cervezas seguían llegando a la mesa, los otros ocupantes del comercio iban y venían, y nosotros cada vez peor.
Llegadas las 4 de la mañana, la hora en que la noche demuestra su valor, cuando las calles están vacías y la ciudad se muestra como es, vulnerable y solitaria, decidimos largarnos. Pagamos cada uno nuestra respectiva parte de la cuenta, nos despedimos y nos retiramos. Mauro seguía exaltado, a pesar de ser un tranquilo crónico.
El resto de la semana transcurrió normalmente. Ni muy muy ni tan tan. Clases, trabajos prácticos y demás cosas. Esperábamos el viernes, que era el día en que en el bodegón servían un locro viscoso, con partes de animales que uno desconocía, pero que en sumatoria, componían un buen plato; y el vino. El vino era poco más que queroseno, pero acompañaba el momento.
Llegado el jueves, Mauro, en una actitud sospechosa, se me acerco y me dijo al oído: “te voy a contar algo, pero mañana. Invitalo al mulita y a Pepe a bolichon” y se fue, aun en actitud de conspiración.
Al día siguiente, el ansiado viernes, no cruce a Mauro en todo el día, y eso que a pesar de estudiar carreras diferentes, nos vemos todos los días, por lo menos tres veces a la mañana, pero este día no, parecía no haber ido. Supuse que estaría enfermo, dado que el invierno había llegado de sorpresa, y el estudiantado estaba cediendo ante la gripe.
Como yo ya había convocado a los famosos Mulita y Pepe, llegada la tardecita, marchamos para el bolichon, a por el locro y vino.
Una vez en el lugar, nos sacamos los abrigos y nos pusimos un vino, como para remojar las ideas. Cuando inauguramos la segunda botella, allí apareció nuestro extraño amigo, con un papel en la mano, se notaba en su cara la falta de sueño, de higiene y hasta la paranoia que parecía perseguirlo. Se acerco a nosotros y nos saludo. Al sentarse a la mesa, se tomo un vaso de vino de un sorbo, estaba realmente exaltado.
Acá traje más o menos la idea dijo, y empezó a leer el papel que traía en la mano.

“Seremos un grupo revolucionario de restauración histórico cultural, pediremos la cabeza de marradona y tinelli, entre otros; si no vemos que nuestros pedidos son satisfechos en un plazo determinado, iremos por la armas.
Trabajaremos por un futuro mejor, concientizaremos o aterraremos, pero tenemos un objetivo claro, y nos proponemos cumplirlo, cualquiera sea el método necesario.
Una nación grande es nuestro sueño, un pueblo despierto será nuestra herramienta, y las armas, un medio.
No aprobamos el terror, pero nos vemos obligados a tomarlo como método, para alzar nuestra bandera y así, acabar con la degradación intelectual a la que estamos siendo sometidos y el vaciamiento del estado. Las épocas de pan y circo, serán recordadas por el imperio romano, y no mas por ser una estrategia política implementada en estos pueblos, que mucho tienen para ofrecer.
GRRHC”.

En cuanto Mauro termino de leer esto, el mulita largo una carcajada, adornada con los aplausos de Pepe. Yo estaba sumido en la duda, no sabia si de veras el pensaba hacer esto. Es decir, al tipo lo conozco hace algún tiempo, pero como es callado e introvertido, no se nada de el.
Gracias, dijo, prácticamente temblando de emoción. Y continuo con un: ¿y, que les parece, se suman al proyecto?
El borracho de la mesa contigua echo a reír, y decía querer sumarse al proyecto, de un modo socarrón.
Una vez que el silencio gano la mesa nuevamente, nuestro revolucionario amigo continuo con la presentación de su proyecto, comparándolo con el IRA, con la ETA, el ERP y demás grupos de gente armada con un sueño o pretensión política.
Pepe, al darse cuenta de que esto era más serio de lo que el creía, se levanto de la mesa y dijo no querer saber nada mas sobre esto. El resto, que éramos solo el Mulita y yo, nos quedamos, por lo menos a informarnos un poco más.
El plan no era del todo descabellado, y Mauro, que puede haber sido loco, pero para nada tonto, sabia por que lado tomarnos. Después de horas de conversación, nos propuso ir a su habitación, que no distaba mucho del lugar.
Allí fuimos. La caminata fue silenciosa, nos repicaba en la cabeza la pregunta con la que había finalizado su charla nuestro compañero. ¿Qué otra cosa podes hacer para cambiar el futuro? “es un monstruo grande y pisa fuerte”, ¿no?
El sabía que éramos jóvenes e idealistas, que creíamos que un cambio era posible y que nosotros creíamos ser la posibilidad.
Llegamos a la pocilga, era un gran desorden, en una pequeña habitación. Nos sentamos y descorchamos otra botella de tinto, esto recién empezaba.
Con el correr del tiempo, y el avance de la charla, la estupidez formulada por este extraño estudiante de filosofía, iba tomando cuerpo, y nosotros, éramos los futuros héroes de una nación pensante. No teníamos idea de lo que estábamos por crear.
Necesitábamos ayuda, esto era cuestión de estrategia, inteligencia y sangre. Debíamos tener sangre fría. Necesitaríamos que alguien nos enseñe a pensar de un modo diferente.
Mauro respondió a todo esto, con un nombre, el de su abuelo, un fanático comunista que había sido estratega en la guerra de Corea, y que además de recuerdos, poseía manuales.
Todo listo, nos faltaban soldados que adhieran a la causa, pero la cuestión ya estaba en marcha.