Le guste a uno o no, esta es una historia de larga data
(porque fue larga data, seamos honestos) y final abrupto, como casi todas las
historias de amor que no terminan con “y vivieron felices, 2 pibes rubios y un
labrador…”. Este final más bien fue un “no te quiero dejar ir, pero no puedo
retenerte”
Puedo confesar, al día de hoy; con un poco de vergüenza y
otro poco de dolor, que aún sigo enamorado. Y los recuerdos me atacan y me
desacomodan, me agreden el “hoy en día”.
A veces es muy de mañana cuando me encuentro recordando y me
siento un poco desdichado. Otras veces es de noche, y me estoy yendo a dormir
las pocas horas que consigo dormir, y me parece injusto pasar todo un día
pensando en algo que ya no existe en mi vida.
Lo reconozco abiertamente, quedó un vacío enorme. E.NOR.ME.
Son dos noches las que me hostigan, sé que hubo más, muchas más,
pero son esas dos las que me persiguen todo el tiempo, como un eterno loop en
la cabeza.
La verdad es que no recuerdo bien si fue la primera o la
segunda noche, en que la llevé o me llevó por un par de bares, y andábamos fantástico.
Era como si no hubiera nadie por la calle, como si fuéramos solos los dos.
Podría haber pasado miles de noches como esa, una vida y
media, o lo que me presten para seguir viviendo un poco más.
A veces pienso que hay miles de historias en las que somos
protagonistas, juntos, pero nadie o casi nadie se las acuerda; a no ser que se
hayan sentido incómodos o algo así.
Pero si tengo que ser sincero, fue la segunda noche en la
que me di cuenta que eso (lo nuestro) no iba a funcionar, y no fue una parada
de emergencia o una suculenta abandonada lo que me hizo darme cuenta, fue el
extraño andar con casi todo roto y ver
si llegamos a casa lo que me avisó.
Tuve que empujarte para conseguir que salgamos. EMPUJARTE.
Pero tengo mejores recuerdos para traer a colación, el rojo
intenso que no se encuentra ni en la boca más mordida. La forma de pararse, un
poco tirando para el costado. Y lo bien que le sentaba la noche.
Y ahora viene el “AY, SI PUDIERA VOLVER EL TIEMPO ATRÁS”
Pero no. Si pudiera hacer eso, todo sería igual, porque fue
una época complicada, creo yo. Y también creo que esa época está ampliamente
superada, aunque parezca que fue ayer.
Y otra? Sí, me
encantaría, pero el corazón quedó ahí. No va a ser lo mismo.
El día de la despedida fue horrible. Brillaba como nunca, y
la vi alejarse, ronroneando como el gato más mimado. Ese día casi lloro, fue
aceptar un fracaso involuntario, rendirse aun con ganas de pelear.
Y la vi irse, en los brazos de otro. De otro que yo sabía
que no la merecía, y que probablemente jamás entendería su valor.
Por la coloradez le decíamos la frutilla, y el día que se
fue…tenía el cigüeñal nuevo
Todavía la extraño…