martes, 27 de marzo de 2012

Lunes

Me despertó el sol. Esa mierda que no debería ser más que una nota musical.
Y fue un despertar como todos los otros. Una mierda.
Nunca llegué a comprender cual es el problema de la mañana, o del momento de levantarse, pero he llegado a la conclusión, aun sin tener basamentos, de que es una autentica mierda. El peor momento del día, sin dudas.
Todo eso de verse, reconocerse como uno mismo, y darse cuenta de todo lo que uno no es. Verse al espejo y estar obligado a convivir con esa imagen, y como si todo esto no fuera poco, conseguir una excusa; no para sentirse un triunfador, pero aunque mas no sea, para lograr salir de la casa y no volverse a la cama, aunque el mundo afuera se inunde de cerveza o se funda en un incendio provocado por nosotros mismos, los imbeciles.
Logro salir, escaparme de mis ganas otra vez, y agachar la cabeza y arrastrar mi cuerpo y olvidarme de todo lo que me hace falta, que no es nada de esto.
Arriba del auto ya las cosas van tomando forma. Estamos en camino, ya no hay vuelta atrás, somos perdedores, pero obedientes. Obedientes a quien le importa un carajo, y saben nuestro nombre solo porque el número de legajo es demasiado largo como para recordarlo.
Puta mierda de vida la que nos hemos conseguido.
Pero nos pagan el desayuno.
Y estamos camino a eso, intentando olvidarnos que nos obligamos a olvidar. Recordando que nos tenemos que olvidar de todo, porque sobre todas las cosas, nos pagan para que no seamos nuestros.
Y llegamos, nos tomamos nuestro café con leche orgullosos, contentos de cada uno de esos sorbos de los 12 pesos que le estamos sacando a la empresa. Miramos al tipo que vende el diario y para nuestros adentros decimos que ese es un pobre tipo, de esos que se dejan corretear por la plata, sin darnos cuenta de nada.

Somos la mosca que zumba en la tela de araña, riéndose de los insectos estupidos que se chocan contra el foco de luz.

Llega siempre. Más tarde o más temprano, siempre llega el momento de irse, y darse cuenta de que acabamos de cambiar un café por la vida. Y digo la vida como un todo. La familia, los afectos, las cosas…todo. Dejamos todo para venir a esta mierda de lugar, y mezclarnos con una gente jodida por donde se la vea, y nos muestren su falta de respeto, obscena como una teta gorda, como una sonrisa con pocos dientes, como la gente con la otra gente. Obscena.