viernes, 20 de febrero de 2015

Levántate y anda.

Un despertar,
Que fue seguido por una tos,
Que fue seguido por una arcada,
Que terminó en un vomito,

Secuela de una buena noche.

Eran las tres de la tarde cuando me levanté, con los ojos inyectados en sangre; sofocado por el calor y la humedad. Me puse la misma ropa que a la noche, todavía con olor a los últimos tragos.

El cuerpo pide una tregua, un poco de respeto y un poco de agua.

No va a suceder,
Por más mentiras
Que me haga
Cuando es de día
Y todavía tengo
Un alma
Que perder.

Rodeamos la mesa entre toda la familia, que se reúne de cuando en cuando.
Arriba de la pasta se levanta una columna de vapor que me recuerda a todos los humos que me metí en los pulmones. Las nauseas no me abandonan desde el momento en que despegué la cabeza de la almohada.
Con el pasar de los años, despertarse se parece cada vez más a una resurrección.

Comí cuanto pude, lo mismo con la conversación; todo esta complicado en este momento, nadie se sorprende, ya no.

Terminada la comida salgo, camino unos metros y abro la boca en automático, el bostezo, pero se que esto no se termina, así que apuro el paso un poco, intento desesperado por llegar detrás de unas plantas. Me ataca la tos, estoy cada vez mas cerca.
COF!
COF!
ARCADA.
Dos veces.
Lo siguiente es un vaso de jugo cepita saliéndome por la boca, empujado por unos fideos, empujados por un fernet a medio digerir.


Ya es de día nuevamente, levántate y anda.