Un despertar,
Que fue seguido por una tos,
Que fue seguido por una arcada,
Que terminó en un vomito,
Secuela de una buena noche.
Eran las tres de la tarde cuando me levanté, con los ojos
inyectados en sangre; sofocado por el calor y la humedad. Me puse la misma ropa
que a la noche, todavía con olor a los últimos tragos.
El cuerpo pide una tregua, un poco de respeto y un poco de
agua.
No va a suceder,
Por más mentiras
Que me haga
Cuando es de día
Y todavía tengo
Un alma
Que perder.
Rodeamos la mesa entre toda la familia, que se reúne de
cuando en cuando.
Arriba de la pasta se levanta una columna de vapor que me
recuerda a todos los humos que me metí en los pulmones. Las nauseas no me
abandonan desde el momento en que despegué la cabeza de la almohada.
Con el pasar de los años, despertarse se parece cada vez más
a una resurrección.
Comí cuanto pude, lo mismo con la conversación; todo esta
complicado en este momento, nadie se sorprende, ya no.
Terminada la comida salgo, camino unos metros y abro la boca
en automático, el bostezo, pero se que esto no se termina, así que apuro el
paso un poco, intento desesperado por llegar detrás de unas plantas. Me ataca
la tos, estoy cada vez mas cerca.
COF!
COF!
ARCADA.
Dos veces.
ARCADA.
Dos veces.
Lo siguiente es un vaso de jugo cepita saliéndome por la
boca, empujado por unos fideos, empujados por un fernet a medio digerir.
Ya es de día nuevamente, levántate y anda.